Nuestro instituto inicia una nueva sección bajo la denominación "Yo fui alumno del IES Don Bosco"
Hablamos del centro de educación secundaria más antiguo de Valverde que este año cumple 60 de vida. Esa circunstancia , el largo camino recorrido, hace que se agolpen miles de historias, de vivencias, de agradecimientos sinceros.
Empezaremos el blog con unas pinceladas históricas que vendrán de la mano de Tomás López y de Juan Carlos Sánchez, ambos profesores del centro. Pero este blog espera ser, ante todo, lugar de encuentro de antiguos y nuevos maestros y de antiguos y nuevos alumnos que nos contaran generosamente sus experiencias.
Un centro que ha roto sus propias fronteras
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo fuí alumno del IES Don Bosco...
ResponderEliminarMi primer curso allí fué en el 2006-2007 y NUNCA olvidaré ése curso... Tenía tan solo 14 años cuando me separé de mis padres y del calor familiar de mi Rosal de la Frontera natal, para ir a estudiar a Valverde del Camino, dónde residía en la Residencia Javier López... Muchas fueron las experiencias que me acontecieron ése curso... Pero la desgracia se volcaría sobre mi familia..
En Mayo del 2007 mi hermana pequeña falleció en cuestión de 20 días a causa de una Leucemia... Con tan solo 15 años, mi hermana de 12 desvaneció su vida en mis brazos... Fueron los momentos más difíciles en mi familia, tanto para mi cómo para mi hermano mellizo que compartía la experiencia conmigo... Si algo tengo que decir es al equipo técnico de la Residencia Javier López y el IES Don Bosco su dedicación a nosotros en aquellos momentos, figuras cómo Miguel, Chama, Loles, Toñi, Loli, Eduardo, Félix, M.Carmen, Antonio... Grandes nombres de ambos centros a los que éste simple comentario me gustaría sirviese de agradecimiento.
No fueron fáciles ésos momentos, pero los golpes que recives en la vida si no matan te hacen más fuertes...
Hoy desde Dublín, ciudad en la que me encuento viviendo, mando un abrazo enorme a los valverdeños y gente de la Residencia que me reconozcan.
Besos, Félix Vega Valero.
Ole mi Félix, espero que todo te vaya bien.
ResponderEliminarHablando del Instituto y residencia me encantaron, yo tampoco vivía buenos momentos y la verdad me sentí muy acogida. En Valverde tuve la oportunidad de conocer amigos para toda la vida. Por supuesto, agradecer a todos los profesores esa dedicación, pues habéis formado parte de mi evolución como persona. Amaro donde estés un beso.
Besos, para todos
Mi etapa en valverde del camino comenzó si mal no recuerdo en el 1989/90 si mal no recuerdo y para mi serían los mejores años de joven,conociendo a mucha gente y experimentando la buena acogida por parte de la gente de Huelva en general,siempre en mi corazón valverde,Huelva y todos mis amig@s q todavía conservó,un fuerte abrazo para todos ellos.
ResponderEliminarOs animamos a contar vuestra experiencia con pelos y señales. Experiencias, anécdotas, recuerdos para aquellos excelentes profesores. Añadid una foto antigua y otra actual ANIMAROS
ResponderEliminarFui alumno de una Escuela de Artes y Oficios que había en mi pueblo (el instituto que hay hoy en el mismo lugar es, afortunadamente, otra cosa); se llamaba "Taller-Escuela José Antonio", en homenaje al fundador de la Falange. Pertenecía el centro al Sindicato Vertical, único permitido, en el que estaban encuadrados empresarios y obreros, al estilo totalitario; Sindicatos, como se le llamaba entonces, gobernaba la vida entera de los trabajadores: ocio, vivienda, cultura y hasta la educación de los hijos. La autoridad máxima que nos visitaba cada año en la fiesta del patrón de la formación profesional, san Juan Bosco, era el Delegado Provincial de Sindicatos; venía desde Huelva en su coche oficial. Los hijos de los trabajadores que aspiraban a una mayor formación debían seguir, en aquella época, un camino diferente y especial: la formación profesional. Todos los alumnos teníamos beca. Las becas eran exigentes e inflexibles, de manera que si suspendías alguna asignatura del curso entre junio y septiembre la perdías y se interrumpía aquí tu formación: no había repetidores. Terminada la oficialía industrial se podía acceder a la maestría. Los menos, en caso de obtener el mayor éxito en su formación, podían acceder a una universidad también diferente y especial para hijos de trabajadores: la Universidad Laboral, en las que sólo se podían cursar algunas de las carreras "técnicas".
ResponderEliminarMis recuerdos de la Escuela son en su mayor parte agradables y están llenos de un profundo cariño hacia todas las personas que me enseñaron, que en ella conocí y con las que conviví; no obstante, en ellos aparecen entrelazados sentimientos de muy diversa índole, unos mejores que otros, más aceptables unos y menos o incluso desagradables otros, pero, en su conjunto, el balance es claramente positivo. Estuve en ella tres cursos, desde octubre de 1963 con mis catorce años, hasta el verano de 1966, a punto de cumplir los diecisiete. Nuestro uniforme era un mono azul, como correspondía a un trabajador manual u operario de la época; la camisa llevaba un "cangrejo" de la Falange en el bolsillo.
Todos los días, a las nueve menos cuarto de la mañana, formábamos en la explanada de entrada, frente a los postes de las banderas, para izarlas al canto del Cara al Sol (himno de la Falange). Terminado el acto, en filas por curso y en silencio -hablar o armar jaleo podía costarte un serio castigo- cada uno a su clase. Y por las tardes se repetía la misma ceremonia para arriar las banderas.
En la Escuela nos preparaban para ser oficiales industriales, que era la primera etapa de la formación profesional. La teórica era bastante parecida al bachillerato elemental de entonces; la formación práctica -cuatro horas diarias- se realizaba en los talleres, en los que había un maestro para cada especialidad.
Todos mis compañeros pudieron encontrar trabajo al salir de la escuela, porque de ella salíamos habiendo adquirido las habilidades necesarias para entrar en el mundo de la empresa y con una formación cultural aceptable.
La Escuela, ahora que tanto se habla de "políticas activas de empleo", fue un éxito; con sus luces y sus sombreas, pero un éxito sin lugar a dudas. Cumplió, con creces, su cometido. Y por eso le estoy personalmente agradecido.
Mi etapa en este instituto comenzó en el año 1996 y terminó en el año 2000.
ResponderEliminarEl primer año fue estupendo e irrepetible, pero ese bienestar duró poco. A tan solo unos días de comenzar el segundo curso falleció mi hermana pequeña de forma repentina. A causa de esto, cambié totalmente. No me interesaba nada, ni estudios, ni amigos ni nada da nada. No sentí calor por parte del profesorado, ni apoyo. Mis cursos se iban arrastrando hasta que me diagnosticaron depresión. Pero aún así, no sentí nada por parte de los profesores. Pedia a gritos un consejo, una simple conversación, pero nada de nada. Quizás yo no supe pedirlo, pero faltó un poco de psicología por parte de ellos, ya que lo que me pasó no era moco de pavo como se suele decir.Mi relación con ellos era de profesor y alumno, ni más ni menos. A excepción de Luisa, si, esa profesoras a las que muchas le temian por lo dura que era. Fue por parte de la única que sentí su apoyo, y como no, de mis compañeras. Las recuerdo con gran cariño.
Aún así, me llevo muy buenos recuerdos de mis años vividos en Don Bosco. Y si, volvería a repetirlos quitando esa parte de mi vida que tanto me dolió.