martes, 12 de julio de 2016

TAMARA GÓMEZ CARRERO 


 El Don Bosco, una segunda familia, un segundo hogar. Para aquellos alumnos que teníamos que abandonar el colegio tras acabar sexto de primaria, salir de nuestra zona de confort suponía miedo a lo desconocido, pero sobre todo incertidumbre, sentimientos comunes a todos los que teníamos que hacer frente a aquél cambio. Nada que ver cuando llegué al Don Bosco. El miedo se desvaneció y lo desconocido se transformó en conocido, porque allí eras uno más, estabas en tu casa. Los profesores eran maestros pero también amigos a los que poder acudir en caso de dudas, problemas o adversidades; no había una mañana en la que entraras al centro y los conserjes no te saludaran, te dieran ánimos o te alegraran la mañana con alguna historia; los recreos se hacían más ameno si ibas a la cafetería y echabas un buen rato con Floren y el equipo directivo del centro era una guía, era un libro abierto al que podías acudir en cualquier momento. Sin duda, estudiar así hacía la tarea mucho más sencilla.


 Cuando ya estaba en primero y segundo de bachillerato, tras pasar toda la secundaria en el centro, deseaba empezar la nueva etapa que llegaba a mi vida estudiantil, la universitaria. Cosas de la vida, ahora aprovecho cualquier oportunidad para volver al centro, agradezco cada vez que cuentan conmigo para cualquier acto y sólo tengo palabras de agradecimiento para todos y cada uno de los que han hecho posible que esta experiencia, se haya convertido en una experiencia vital que me ha mejorado tanto académica como personalmente y estoy muy orgullosa de haber formado parte de esta familia tan maravillosa... la que formamos todos y cada uno de los que están y hemos estado en el IES Don Bosco.




RECOGIENDO EL DIPLOMA DE FIN DE ESTUDIOS      
                        DE SEGUNDO DE BACHILLERATO

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